Ya es noche
cerrada. Caminan por la playa unidos, enlazados, como una pareja. A la luz de
las farolas a lo lejos, con el brillo de la luna en una noche despejada. Se
sienten solos, en perfecta armonía. Como si nada más existiesen ellos dos,
Pablo y Claudia. Como si fueran una pareja.
-¿Por qué hoy?
Pregunta
ella. Camina a su lado sin apartar los ojos de él. Sí. Es realmente guapo.
-Sabía que
era el momento, confiaba en ti.
Se sonríen,
el ruido de las olas adorna su conversación.
-Y has
confiado bien, bueno qué ¿te parezco guapa?
-Es más
guapa Flor, si no hubieras venido me habría ido con ella.
-Gilipollas
-Grita Claudia haciéndole ver que se enfada y se acerca a golpearle-
El la esquiva
y corre divertido, alejándose de ella. Cuando le va a dar alcance acelera un
poco más y se vuelve a escapar. Y así un par de veces hasta que finalmente se
deja coger y se abrazan. Su primer abrazo. Ella se separa de él, lo mira fijamente.
Con la luz de la luna es todavía más perfecto.
-¿Te lo
estas pasando bien?
-Sí, oyes
siento haber estado tanto tiempo así con Flor
-No digas
tonterías, la habías conocido a ella primero y no se es normal que hables con
otras personas.
Sus miradas
no se desvían sus ojos siguen fijos los de cada uno en el otro. Los ojos
azabaches de Claudia. Los ojos castaños de Pablo. Uno perdido en el otro.
-¿Puedo
pedirte algo? -pregunta el-
-Claro
-¿Puedo
besarte?
-Los besos
no se piden, se dan.
Se acerca a
sus labios les roza por un instante con los suyos. Un beso rápido, luego otro más
largo y profundo, el tercero supera al segundo.
Esa noche de madrugada.
Flor gira la
llave de la puerta, llega tarde. Demasiado tarde. Sabe que la va a caer una
buena pero la da igual.
Entra, lenta,
silenciosa. Pero sus padres están justo enfrente de ella, en la oscuridad
esperándola con los brazos cruzados.
-Florencia
¿Dónde estabas? -dice su madre alterada-
-No me
llames así además ya te dije que iba a volver tarde…
-Cállate está
castigada, mira por última vez el sol -le interrumpe su padre-
La chica
mira por la ventana en plan “es de noche” pero ve la cara de sus padres y
decide que es mejor callarse, se va a su habitación haciendo sonar sus zapatos
de tacón a cada paso. No la importa el castigo, ni las broncas. Ella es feliz y
nadie podrá cambiarlo. Todavía se la pone la piel de gallina al recordarle tan
cerca de ella, abrazándola con fuerza,
sus ojos fijos en ella, pero a la vez siente esa tristeza que la mata por dentro. Tomás fue a Torrelavega para estar con ella.
Otro lunes cualquiera en Bachiller
El famoso grupito
de amigas conversan entre sí, están sentadas en el grupo de mesas del fondo que
dan a la ventana. Ríen, hablan alto y alguna que otra vez saludan por la
ventana a gritos. Teresa y Claudia saludan a Mónica que acaba de llegar con una
camiseta amarilla fosforita.
-¡Hola
chochetes! –Grita la chica de ojos verdes mientras se mueve al ritmo de Danny
romero-
-No grites Mónica
-dice un compañero de clase-
Ella apaga
la música y se quita los cascos, se acerca a sus amigas y se sienta a su lado
-¿Ha llegado
ya?
Ellas niegan
con la cabeza.
En ese
momento aparece Flor con unos pantalones gastados y algo rotos, una camiseta de
tirantes con la bandera de EE.UU y el pelo recogido en una trenza de espiga.
-Buenos días
princesas.
Sus amigas
la acogen con una sonrisa, la dejan sentarse en la mesa de la ventana. Quieren
enterarse de todo lo que pasó cuando Tomás y Flor se fueron, pero ella está
pensativa mientras mira por la ventana. Y de repente le ve, con sus manos en
los bolsillos, cabizbajo, triste, sin su bonita sonrisa. Va al lado de sus amigos
que en cambio están muy sonrientes y animados. Entonces le mira por última vez,
coge aliento y se gira para ver a todas sus amigas que ahora mismo parecen el
público del sálvame.
-¿Os lo
cuento?
Todas
asienten con la cabeza con una sonrisa enorme de oreja a oreja.
2:12 de la Madrugada del Domingo.
Flor ha
visto como Pablo y su amiga Claudia bailan, por una parte se alegra por ellos.
Se veía a distancia que algo sentían el uno por el otro. Pero ¿y ella que va a
hacer con Tomás? ¿La quiere? Comienza a rayarse, coge su copa y comienza a
beberla. Con los ojos cerrados siente el alcohol entrando en su cuerpo,
haciendo efecto, dilatando sus pupilas y sacándola esa risa fácil. Abre los
ojos y ahí le ve con las manos en los bolsillos de su pantalón con una gran
sonrisa. Corre hacia él hasta parearse enfrente.
-¿Qué haces
aquí? –Dice ella con una sonrisa-
El chico
sigue sonriendo, agarra de la mano a Flor y salen de allí. Caminan agarrados
por las calles de Torrelavega que a estas horas están llenas de chavales. Es
una noche despejada, la luna está arriba iluminando las zonas oscuras de la
ciudad y pocas estrellas se dejan ver.
-Quería
decirte algo…
-¿El qué?
-¿Estas con
Pablo?
-¿Saliendo?
El chico
asiente con la cabeza. Ella Niega con la cabeza. Tomás sonríe. Los chicos
caminan hacia un parque y Tomás le regala un montón de globos de colores a
Flor, la chica compra un algodón de azúcar.
-Mira que
rico.
-Sí pero
está hecho pedazos -Tomás se ríe- vamos ahí atrás ¿te parece? –Dice el chico
elevando las cejas-
-Jo, es que
yo quería ir a los columpios.
-Ay que yo quería
ir a los columpios -Dice el chico en tono burlón, la toca el pelo- ¿vamos ahí atrás
entonces?
-Sí –Dice la
chica suspirando-
El chico la
imita y se separan para atravesar el parque, Tomás vuelve a unirse a ella de
nuevo.
-Oyes pero
antes quiero un premio.
-¿Cuál premio?
¿El algodón de azúcar?
-No, el
algodón no -Se le quita de la mano y lo tira al suelo- algo que quiero desde
hace mucho tiempo.
Se acerca a
ella despacio, con una sonrisa dulce la besa. Flor siente un cosquilleo en el
estómago, y un escalofrío recorre su cuerpo hasta llegar a su nuca. Ya en la
estación de Torre, Flor y Tomás se despiden.
-Bueno yo me
voy con estas que están aquí cerca ¿tú que haces?
-Espero a
adrián que viene ahora y luego vamos para allá.
-Bueno -Dice
la chica con una sonrisa- oyes no le digas nada de esto a nadie ¿vale?
El chico se
queda boquiabierto.
-¿Por qué?
¿Te avergüenzas de mí? Ah ya sé, no quieres que sepan que sales con el chico
que más odias ¿no?
-No es eso,
solo que no quiero que se metan en mi vida.
-Vale no
pasa nada, te quiero -La da un beso y la chica se va con sus amigas que
contemplan la escena de lejos-
Adrián
aparece un poco ‘contentillo’ llamando a su amigo. Tomás tiraba besos al aire a
Flor pero al ver a su amigo disimula y hace que toca una planta que tiene al
lado.
-Por fin ¿Dónde
te habías metido?
-Nada,
estaba con Flor.
-¿Con Flor? -El
chico sonríe- ah ya entiendo, ganaste las entradas.
Tomás se había
olvidado de la apuesta que tenía con su amigo, se olvidó completamente de eso
cuando empezó a enamorarse de Flor.
-¡Te gané la
apuesta!
-Ya lo sé,
ya te he oído capullo.
-Perdón ¿Qué
apuesta?
Los amigos
se giran y ven a Flor con los ojos humedecidos, furiosa y a la vez dolida
esperando una respuesta de los chicos. Ardían decide irse y les deja solos.
-¿Me puedes
explicar que es eso de la apuesta?
El chico
palidece.
-A ver Flor
es verdad que todo empezó como una apuesta pero te acabé queriendo… cuando
dormimos juntos en mi casa fue algo…increíble.
-¿Por qué me
escogiste a mí?
-Parecías la
más fácil de conquistar… fui un gilipollas. Perdóname por favor.
Tomás la
agarra de la mano. Ella le mira con los ojos enrojecidos, las lágrimas a punto
de caer por sus mejillas.
-No, no te
perdono…
-Por favor Flor…
te necesito, empecemos de cero.
-No…
-No me
puedes negar que me quieres…
-No te lo
voy a negar pero…
-¿Entonces?
-El chico la interrumpe-
-No Tomás,
vamos a estar mejor separados.
La chica se
va sin poder contener el llanto, corre a los brazos de su mejor amiga y la
cuenta todo lo sucedido.
-¿Enserio?
-Dice Claudia-
Flor asiente
con la cabeza, recordar ese momento la llena los ojos de lágrimas. Sus amigas
la abrazan.
-Tía no te
preocupes… Yo creo que te quiere -Dice Teresa- es mi hermano le conozco.
-Tía una
persona que te quiere no hace eso…
Ellas siguen
a su conversación, llegan al salón de actos, se sientan en el fondo como
siempre y siguen al tema.
-Hola felpas
-grita José Manuel desde la puerta-
-hola -dicen
las dos a la vez-
Las chicas
siguen hablando cuando Flor se da cuenta de que entran personas de otra clase, de
la clase de 4ºB de la clase de Tomás, entra por la puerta hablando con un amigo
y se sientan al fondo, en las mesas de al lado. No se ha dado cuenta de que ella está ahí. ‘Que gilipollas’. Se centra en
su mejor amiga y sigue a la conversación.
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