Pablo y Flor
están en el jardín del instituto, son las diez y cuarto de la mañana, un lunes
más. Todo el mundo odia los lunes, son crueles pero este lunes es diferente. El
cielo está azul y el sol broncea poco a poco la piel. Flor está sentada en el
césped jugando con una margarita. Pablo está en la misma posición, no juega con
ninguna flor solo observa su preferida, la tiene delante de él sonriente,
feliz, radiante más viva que nunca.
-Siento el
plantón del otro día.
-No te
preocupes pero ¿Por qué no viniste?
-Tenía
miedo.
-¿De qué?
-De darme
cuenta de que tengo razón, de que mi estómago no me traiciona… de que me
gustas.
-¿Y eso es
malo?
-Depende.
-¿De qué?
-¿Tu sientes
lo mismo que yo?
Ella sonríe,
no puede evitarlo ha sido descubierta. Sí, le gusta y mucho.
-Puede.
-¿Puede?
¿Qué significa eso? -sonríe al ver que ella lo hace también-
-Es una
probabilidad… puede que sí o que no, tienes que averiguarlo.
-¿Cómo?
-Vente el
Sábado que viene a Torre conmigo y pasamos la noche juntos ¿Qué te parece?
-El mejor
que me podrías haber propuesto.
El timbre
toca y los chicos van juntos a sus respectivas clases. Flor se despide de Pablo
con un abrazo y avanza sola hasta la puerta de su clase. Saluda a conocidos,
amigos, niños y algún que otro profesor.
Las clases
transcurren hasta que por fin terminan y cada cual se va a su casa. Flor está
sola en casa Haciendo los deberes. Abraham ha quedado con unos amigos para
jugar al baloncesto, su hermano está en particular y luego tiene que ir a
entrenar, está el Racing. Y su padre trabaja hasta tarde y su madrastra está
trabajando también. Ya se ha puesto el pijama y mete cinco euros en su hucha
con forma de labio. Está ahorrando para hacerse un peercing en el ombligo y un
tatuaje en el cuello. Su padre la paga otro tatuaje en las muñecas y un
peercing en la nariz.
La ventana
está abierta y entra la brisa primaveral, el verano está apunto de adentrarse
en la ciudad de Santander. Vuelven los
días de playa, de piscina, de fiestas hasta las tantas, de conocer a gente
nueva en los campamentos. Días eternos durante tres meses intensos.
La semana
pasa volando, tanto que cuando Flor quiere darse cuenta ya es sábado y está en
el baño arreglándose. Se ha comprado un vestido negro cortito y lo lleva con
una americana y unos tacones marrones. Se ha rizado el pelo. Sus ojos ahora
están más grandes por la raya negra y más embellecida por la sombra gris y el
rímel le hace las pestañas kilométricas. Sus labios desprenden un toque de
deseo gracias a ese rosa palo.
Ya están en
el tren Mónica, Teresa,Claudia, Abraham y unos amigos de él, Flor y Pablo.
Hablan hasta llegar a Torrelavega. Nada más bajarse del tren se hacen la
primera foto de muchas. Caminan hasta ‘el ambiciones’. Jóvenes con cachis,
bebiendo chupitos, bailando, riendo, con copas en la mano, chicos babosos
ansiosos por ‘pillar cacho’ ofreciendo ‘salami’.
Noche
cerrada, una noche más. Están en el ‘VIP’ un local exclusivo para unas edades.
Todos entran sin dificultad, sobre todo las chicas que con esas faldas tan
cortas y esos escotes entran sin preocupaciones. La música retumba en todo el
local, gente bailando, alcohol, la oscuridad es casi total excepto por los
láseres de luz que iluminan de vez en cuando a las personas que están en la
pista de baile. El grupo de amigos va hacia la barra.
-¿Qué
queréis? -Dice Mónica elevando la voz-
-Vodka negro
con piña -Contesta Claudia-
Los demás
amigos piden sus copas, Claudia se lo acaba rápido. Coge a Pablo de la mano y
se lo lleva a la pista de baile. Caminan entre la multitud agarrados de la
mano. Ella camina hacia el centro de la pista con mucha seguridad, de vez en
cuando gira la cabeza para sonreír a Pablo que la sigue sin ningún problema. Ya
están bailando agarrados. Suena ‘Agáchate’ de Danny Romero. Claudia comienza a
saltar, a gritar y acercarse a su acompañante. El estribillo de la canción
suena a todo volumen ‘Y ven agáchate,
agáchate, agáchate, y ven agáchate, agáchate, agáchate.’ Y la chica bajo
los efectos de esa copa comienza a agacharse despacio con un movimiento sensual
de cadera mientras se apoya en los hombros
de Pablo. Y vuelve a subir con el mismo movimiento anterior hasta llegar a
rozar la boca del chico.
-Uf como me
estas poniendo niña.
-Que tonto
eres -Ella se ríe mientras mueve la cadera con picardía-
Pablo la
atrae hacia él agarrándola de la cintura con una sonrisa picarona. Le acaricia
la mejilla con delicadeza hasta llegar a su dulce boca humedecida. El chico se
muerde el labio inferior.
-Pablo no lo
estropees…
-Cada
palabra que digas sumará un centímetro más.
-No digas
tonterías.
-No di-gas
ton-te-rí-as. Siete centímetros.
Se acerca,
ella se aleja un poco más. El chico la sonríe ve que se está poniendo nerviosa
al tenerle tan cerca.
-Di una
palabra más y me estrello.
El chico
vuelve a sonreír de nuevo y se acerca hasta llegar a su boca. La da un beso
ligero casi ni se nota, la boca de Claudia sabe a alcohol. Le abraza con fuerza
pegándose completamente a su cuerpo, ella le rodea el cuello, se pierde en su
agradable perfume.
Al cabo de
la noche el grupo de amigos salen de allí y van al centro, a Santander. Mientras
todos caminan hacia el divino Pablo y Clau quieren ser libres, volar, sentirse uno
¿Qué mejor sitio para sentirse así que la playa?
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